miércoles, 13 de marzo de 2013

5. Las artes figurativas de San Miguel de Lillo. Escultura y pintura.

5.1 Descripción de las artes decorativas.

A pesar de estar la iglesia incompleta a causa del derrumbe que sufrió, aún se conserva parte de la decoración escultórica y, en menor medida, pictórica.

A los pies del templo podemos observar unas jambas de piedra de arenisca ricamente decoradas, las cuales sostienen el arco de entrada. La jamba derecha mide 1,80m de alto por 0,56m, con 0,15m de espesor y la izquierda 1,80m de altura por 0,56m de ancho y 0,13 de espesor. Tienen un buen grado de conservación, excepto la parte inferior de la jamba derecha. Los relieves son prácticamente iguales en ambas y sobre ellas se sitúan dos piezas de imposta decoradas con sogueado de espiga.

  Jamba
Las jambas se dividen en tres recuadros. Un marco, formado con perfil de soga (típico del arte ramirense), cuyo interior presenta diversos motivos ornamentales. La teoría más aceptada es que las escenas representadas en los recuadros están inspiradas (o calcadas) del  díptico romano-bizantino del cónsul Areobindus (506 d.C.), de marfíl. En el díptico, aparece Areobindus inaugurando el espectáculo del circo, un tema muy común en esas piezas.  El cónsul está sentado en un subsellium con patas de león, flanqueado por dos figuras de pie, estas figuras han sido motivo de divergencias entre diferentes autores: por un lado sabemos que se puede tratar de acólitos (Lorenzo Arias, 1993, pg. 177), y por otro altos funcionarios (Schlunk, 1947, pg. 367) aunque también encontramos casos en los que son vistos como las personificaciones de Roma y Constantinopla (Pijoán, 1966, pg. 448).  El cónsul sostiene un cetro con la mano izquierda y un pañuelo con arena (mappa), con el que iniciará los juegos, al echar la arena al circo. Debajo, se representa una escena del circo.

Algunos detalles vegetales de la ornamentación que rodean las escenas son los mismos del díptico que luce el cónsul en sus ropas.
En el primer y último recuadro de las jambas, aparece la misma escena: el cónsul inaugurando los juegos y a su lado los dos personajes mencionados anteriormente. Para el recuadro central, se escogió una parte del la escena de los juegos. Según Arias y Schlunk, representa a un hombre amenazando con un látigo a un león levantado sobre las patas traseras y a un saltimbanqui saltando con  la ayuda de un bastón. Según Pijoán, el saltimbanqui camina boca abajo sobre unos altos zancos.

Para llevar a cabo los pliegues se ha utilizado la técnica del vaciado interior. Las imágenes resultantes son mucho más rudas y toscas que en el díptico. Las escenas están muy simplificadas, dando más importáncia al concepto que al acabado artístico. El modelo original consta de mayor calidad plástica y perfeccionismo, pero con más detallismo plasmó los motivos vegetales de los ropajes de Areobindus en los bordes de la jamba. A pesar de todo, el conjunto tiene cierto valor estético.

Díptico de Areobindus
En Bizancio era común la representación de escenas laicas en iglesias palatinas; en cambio en occidente este sería uno de los pocos ejemplos que hay. Habría que suponer que la corte asturiana conocía esta práctica bizantina y quisieron  aplicar-la en sus edificios religiosos reales.

En 2009, Lorenzo Arias publicó un estudio dónde sugería que dichas jambas realmente procedían de Santa María del Naranco. Se sabe que debido a un cambio de proyecto durante la construcción del templo, se tuvieron que reutilizar piezas, entre ellas las jambas. Debido a eso, se observan irregularidades en el entorno de las jambas y del pórtico. El reverso de las jambas es totalmente pulido y liso. Las jambas están situadas sobre una superficíe de mampostería muy irregular. Para poder-la encajar correctamente, se han tenido que llenar las oquedades que presentaba.

Su hipotética situación original sería en el vano norte del vestíbulo de Santa María del Naranco. Sus dimensiones son 2,67m de alto, con un espesor de 0,56m. Está flanqueando por dos contrafuertes, cuyas caras internas tienen continuidad con el parámetro, de manera que actúan como jambas. Su superficie en la cara lateral se compone de una mampostería fina y regular. Aún así, se pueden apreciar unas huellas de incisiones verticales discontinuas, alternadas con restos finos de mortero. Las jambas irían adheridas a esa cara lateral, sobre la fina mampostería y soportarían el arco. Ahora, el arco se apoya sobre dos impostas de forma irregular hechas con piezas reaprovechadas. Bajo ellas, hay incrustadas en el paramento unas piezas que hacen la función de capitel, cortadas a partir de un fuste de sogueado helicoidal del propio edificio del Naranco.

Los elementos decorativos de las jambas coinciden con la del vestíbulo del Naranco, como el sogueado trenzado en espiga y la banda perimetral con rosetas. Además, las decoraciones de la sala están hechas en arenisca, igual que las jambas.

En Santa María del Naranco, las escenas de las jambas representarían el encuentro entre el pueblo y el gobernante. Recibe un tratamiento hierático, incidiendo en la carga simbólica, con “una actitud de dignidad imperial, distante y atemporal” (ARIAS, L., "Procedencia original de las jambas de San Miguel de Liño. Reutilización de decoración escultórica de Santa María de Naranco", pág. 22). Los personajes no muestran rasgos fisionómicos concretos y originariamente estaba policromada. De los dos personajes que acompañan al emperador, uno simbolizaría el poder terrenal, representado como un dignatario regio y el otro el poder religioso, siendo un alto cargo eclesial. El gobernante vestía de purpura (color de la realeza) e iba cubierto por el paludamentum, sujetado en el hombro derecho con un broche de materiales preciosos. El circo, del recuadro central, representa “el encuentro entre el poder (rex-emperador) y el pueblo.” (ARIAS, L., "Procedencia original de las jambas de San Miguel de Liño. Reutilización de decoración escultórica de Santa María de Naranco", pág. 22).
Los motivos que los llevarían a expoliar las jambas de Santa Maria del Naranco son desconocidos aún. Una hipótesis es que la construcción de San Miguel de Lillo debía ser prioritaria y que el taller (o los talleres) que proporcionaban el material escultórico al templo cesaron su actividad, quizás debido a una quiebra, en el momento que colocar las jambas.

Volviendo al edificio de San Miguel de Lillo, las dovelas del arco toral que comunican la tribuna con la nave central, están decoradas con un motivo de líneas horizontales y relieves en vertical. Dicho arco reposa sobre capiteles en forma de paralelepípedo; decorados con figuras geométricas enmarcadas por un doble ribete de cuerda, que recorre los bordes del capitel. El centro del capitel encontramos un rebaje rectangular, cuya función se desconoce. El fuste semicircular es recorrido por líneas de relieves estriados, acabadas con forma semicircular; con efecto acanalado. 
 
Arco de las paredes norte y sur de la tribuna
En las paredes norte y sur de la tribuna se abren cuatro oberturas (dos por lado) con arco de medio punto que comunican con las escaleras y con una habitación de función indefinida. El arco, monolítico, presenta una decoración en relieve que recuerda a la oriental: una serie de roleos geometrizados, unidos por estrías, que van alternando ruedas solares con rosetas; todo enmarcado por el doble ribete sogueado. Entre los dos arcos, hay una pieza circular en relieve, tan deteriorada que no deja ver el motivo original. Sobre ambos arcos y siguiendo una línea horizontal recta, hay un relieve con la forma de doble cuerda, ya vista en ese templo.

Capitel de la columna
Las columnas conservadas tienen un capitel troncopiramidal de influencia bizantina, decorado con motivos geométricos, de tradición visigoda. El capitel se divide en enmarcaciones cuadradas, echas con ribete de cuerda. Dentro de cada una de ellas, hay motivos florales concéntricos con hojas de corazón en las esquinas.  El collarino también está sogueado. 

Las monolíticas basas están talladas en piedra arenisca y con forma prismática, con las esquinas redondeadas. En ellas se simula una sucesión de arcos, con una figura humana inscrita en cada uno.

Basa de columna

Los arcos están formados por el ribete de cuerda y sus columnas contorneadas por el mismo motivo sogueado. Además la parte superior de las basas se ha formado completamente con dicho motivo. La basa y el fuste se unen mediante el relieve de una cuerda. Tres ribetes conforman la parte superior de las arcadas; entre arco y arco, varias sogas más se juntan atravesando perpendicularmente las cuerdas que forman los arcos, para finalmente, quedar rematadas por un rostro humano sobre los capiteles. 


Cada cara de la basa esta formada por tres arcos. En su interior aparecen los evangelistas, escribiendo o en posición de lectura. En el arco central hay un ángel. Dentro de los arcos encontramos la representación del tetramorfo, la cual ya aparece en el terreno de la orfebrería, con el relicario francés de Engern (s.VIII) y la arqueta relicario de la catedral de Astorga, ofrecida por Alfonso III. 

Celosía de la fachada

De las celosías originales actualmente se conservan tres, más el rosetón calado de la fachada. De este mismo, no se conservan precedentes en España. Se cree que antes estaba ubicado en otro lugar de la misma iglesia. En la parte superior vemos una ventana circular con motivos concéntricos, donde también aparece el motivo de la doble cuerda para representar a los círculos. Está ubicada en el aposento superior del primer tramo. 



Ventana del muro sur
Las otras ventanas siguen un peculiar esquema: se dividen en  dos partes: la inferior con arcadas y la superior con decoraciones caladas, a veces con el mismo motivo que el rosetón. Como ejemplo podemos describir la ventana monolítica del muro sud. Un motivo de doble soga envuelve toda la ventana y separa ambas partes. La superior se configura como un tímpano relleno de círculos torneados y entrecruzados, finamente esculpidos. La inferior muestra una doble arcada de doble cuerda apoyada en columnas de capitel corintio y fuste sogueado.



En el exterior, los contrafuertes también están decorados. Presentan un fuste estriado de estilo ramirense con  pequeño capitel de forma de media pirámide y con una decoración.

En el Museo Arqueológico de Asturias se encuentran varias piezas que se supone que pertenecían a San Miguel de Lillo. Algunas son basas como las descritas anteriormente. Otras, son un ara y tres juegos de cancel, con tablero, barrotera y lecho. El tablero se encajaba sobre la barrotera y está se colocaba en el lecho. Se supone que eran utilizados como una barrera litúrgica, para separar el espacio de los fieles del presbiterio, espacio del clero.

El ara es de mármol gris, monolítica, decorada con dos astrágalos que recorren perimetralmente las cuatro caras laterales. En una de ellas posé el desagüe para verter el agua.

En cuanto al cancel, un tablero, en una cara posé un grifo alado con alguna hoja sobre su cuerpo. El motivo se encuentra entre dos franjas con roleos, tallados a bisel. En su otra cara, lleva un estilizado árbol palmiforme, con formas de tallos de hojas serpenteantes y dos folículos con forma de corazón. Otro tablero también lleva el mismo motivo del árbol, pero en ambas caras. Existen analogías entre estos árboles y relieves bizantinos en la Grecia de aquél momento. Sin embargo, un motivo muy parecido también lo encontramos en el relicario que donaron a la catedral de Astorga Alfonso III y su esposa Gimena. En las cuatro caras de la pieza, se hallan tallados bajo arquerías unos árboles muy similares. Un tercer tablero muestra, en calado, dos arcos peraltados apoyados en un capitel troncopiramidal central. Dentro de cada arco se sitúa una cruz. En la parte superior hay una franja decorada con un motivo de incisión en espiga.

La barrotera aparece decorada en la parte superior con figuras humanas sosteniendo un cayado entre sus manos. En cambio, en la parte inferior también hay figuras humanas pero sin ningún objeto. Esas piezas están hechas en mármol gris, al contrario que el lecho el cual está tallado con piedra arenisca. En la parte superior tiene una acanaladura para encajar las otras piezas. Su decoración se basa en un bajorrelieve que representa un caballero montado en un caballo, llevando casco y lanza.

En 1991 se hizo una excavación para la ejecución de la primera fase del proyecto de restauración. Durante dicha excavación, se encontraron fragmentos pertenecientes a elementos decorativos que habían sido reutilizados como relleno en bóvedas y otras partes del templo. 

Se encontraron dos fragmentos de cancel en el relleno del faldón Norte de la bóveda del ábside. Miden unos 2cm de grosor, más o menos y decorados con un motivo análogo a los del reverso del tablero de cancel procedente de la misma iglesia. Parece que representaban un árbol,  pues se ve una doble raíz del tallo y dos volutas de las cuales brotan unas ramificaciones hacia arriba. Otro fragmento de cancel se encontró en la cobertera de una tumba. Esté se decoró con un doble vástago vegetal oblicuo, con ramificaciones a cada lado. El motivo es igual al de la barrotera de San Miguel de Lillo, conservada en el M.A.P.

También se encontraron cinco fragmentos de piedra silícea, con grosores entre  3cm y 6,5cm. Tienen la misma contextura en que se tallaron los canceles. Dos de esos fragmentos tienen el borde tallado de forma semicircular, sin pulir la labra. Esos fragmentos, junto con otros dos de mayor tamaño recogidos en 1990, demuestran que la escultura decorativa se tallaba in situ.

En las paredes del templo se conservan restos de pintura mural. En ellas, un elemento importante es la representación humana, pues por primera vez en el arte asturiano se representa la figura humana en los frescos. Solo se conservan tres restos, muy deteriorados y todos en la nave sur. Uno de ellos representa una figura frontal sentada sobre un trono con respaldo alto, rematado con un círculo. Su cabeza es ovalada, con el rostro rojo y ojos almendrados. La boca es una leve línea negra. A su derecha hay otro personaje, de perfil y de menor tamaño. Sus manos se extienden hacía la izquierda y a penas se le reconoce la cabeza. Bajo los pies (también de perfil), se sitúan unos detallistas arbustos, compuestos por diversas ramas rematadas con hojas. La composición está cerrada por un franja de cuadrados con rosetas en el interior. Se supone que la franja cerraría toda la composición, formando un cuadrado.

En la pared oriental de la misma nave sur, a una distancia de 6 metros del suelo, hay otra figura la cual se representa con un instrumento musical y el rostro ovalado con una fina cinta en su frente. Los ojos se han conseguido con un circulo negro y un punto formando la pupila. No sé sabe si el instrumento es un cordófono o un laúd de mástil largo. En esas figuras se deja ver la influencia de modelos de tradición visigoda del s.VII en relieves y manuscritos iluminados.

Las pinturas ornamentales parece ser que las trabajó el mismo taller que trabajó en Santullano, aunque la técnica no sea la misma. En el templo que nos ocupa, se realizó el boceto gráfico se ha hecho con un tramando de líneas negras, facilitando la composición geométrica.

Las pinturas de la bóveda central, por su buen estado de conservación, permiten ver el parecido con las pinturas del ábside de Santullano. La composición se basa en círculos y cuadrifolios dispuestos asimétricamente. Los cuadrifolios están formados por cuatro círculos tangentes, con un cuadrado dentro. A la vez, en el cuadrado se inscribe un rosetón de ocho hojas policromadas, alternando el negro y el rojo.

Los restos de las bóvedas laterales coinciden con la pintura de las bóvedas laterales de Santullano. La composición está formada por cuadrados, en cuyo interior se inscriben rosetones de ocho hojas y hexágonos, con un círculo en su centro del cual salen dos filas de motivos florales.


5.2 Apéndice fotografico

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Bibliografía
  •  ARIAS, L., Prerrómanico asturiano: el arte de la Monarquía Asturiana. Ed. Trea, Gijón, 1993. p. 172-192.
  • ARIAS, L., "Procedencia original de las jambas de San Miguel de Liño. Reutilización de decoración escultórica de Santa María de Naranco", Territorio, sociedad y poder, núm. 5, 2010. p. 7-22.
  • GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C., Excavaciones arqueologicas en San Miguel de Lillo (Oviedo). Campaña de 1991Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, Asturias, 1995. p. 132-133. [En linea: http://ria.asturias.es/RIA/retrieve/3226/Excavaciones]
  • MORALES Y MARTÓN, J. L., (dirección); Historia de la arquitectura española. Tomo I: arquitectura prerromana y romana, prerrómanica y románica. Ed. Exclusiva de ediciones, Zaragoza, 1985. p. 145-150.
  • PIJOÁN, J., Arte bárbaro y prerrománico desde el siglo IV hasta el año 1000. Colección Summa Artis, historia general del arte, vol. III. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1966. p. 448- 449. 
  • SCHLUNK, H., "Arte Asturiano", Ars Hispaniae. Historia universal del arte hispánico, p. 327-416. Ed Plus-Ultra, Barcelona, 1947. p. 365-369.

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