5.1 Descripción de las artes decorativas.
A pesar de estar la iglesia incompleta a causa del derrumbe que sufrió, aún se conserva parte de la decoración escultórica y, en menor medida, pictórica.
A pesar de estar la iglesia incompleta a causa del derrumbe que sufrió, aún se conserva parte de la decoración escultórica y, en menor medida, pictórica.
A los pies del templo podemos observar unas jambas de piedra de arenisca ricamente
decoradas, las cuales sostienen el arco de entrada. La jamba derecha mide 1,80m
de alto por 0,56m, con 0,15m de espesor y la izquierda 1,80m de altura por
0,56m de ancho y 0,13 de espesor. Tienen un buen grado de conservación, excepto
la parte inferior de la jamba derecha. Los relieves son prácticamente iguales
en ambas y sobre ellas se sitúan dos piezas de imposta decoradas con
sogueado de espiga.
Jamba |
Las jambas se dividen en tres recuadros. Un marco, formado con perfil de soga (típico del arte ramirense), cuyo interior presenta diversos motivos ornamentales. La teoría más aceptada es que
las escenas representadas en los recuadros están inspiradas (o calcadas)
del díptico romano-bizantino del cónsul Areobindus (506 d.C.), de marfíl. En el díptico, aparece Areobindus
inaugurando el espectáculo del circo, un tema muy común en esas piezas. El cónsul está sentado en un subsellium con
patas de león, flanqueado por dos figuras de pie, estas figuras han sido motivo de divergencias entre diferentes autores: por un lado sabemos que se puede tratar de acólitos
(Lorenzo Arias, 1993, pg. 177), y por otro altos funcionarios (Schlunk, 1947, pg. 367) aunque también encontramos casos en los que son vistos como las personificaciones de Roma y Constantinopla (Pijoán, 1966, pg. 448). El cónsul sostiene un cetro con la mano
izquierda y un pañuelo con arena (mappa),
con el que iniciará los juegos, al echar la arena al circo. Debajo, se
representa una escena del circo.
Algunos detalles
vegetales de la ornamentación que rodean las escenas son los mismos del díptico
que luce el cónsul en sus ropas.
En el primer y último recuadro de las jambas, aparece la misma escena: el
cónsul inaugurando los juegos y a su lado los dos personajes mencionados
anteriormente. Para el recuadro central, se escogió una parte del la escena de
los juegos. Según Arias y Schlunk, representa a un hombre amenazando con un látigo a un león
levantado sobre las patas traseras y a un saltimbanqui saltando con la ayuda de un bastón. Según Pijoán, el saltimbanqui camina boca abajo sobre unos altos zancos.
Para llevar a cabo los pliegues se ha utilizado la técnica del vaciado
interior. Las imágenes resultantes son mucho más rudas y toscas que en el
díptico. Las escenas están muy simplificadas, dando más importáncia al concepto que al acabado artístico. El modelo original consta de mayor calidad plástica y perfeccionismo, pero con más detallismo plasmó los motivos vegetales de los ropajes de
Areobindus en los bordes de la jamba. A pesar de todo, el conjunto tiene cierto valor estético.
Díptico de Areobindus |
En 2009, Lorenzo Arias publicó un estudio dónde sugería que dichas jambas
realmente procedían de Santa María del Naranco. Se sabe que debido a un cambio de proyecto
durante la construcción del templo, se tuvieron que reutilizar piezas, entre
ellas las jambas. Debido a eso, se observan irregularidades en el entorno de
las jambas y del pórtico. El reverso de las jambas es totalmente pulido y liso. Las jambas están situadas sobre una superficíe de mampostería muy irregular. Para poder-la encajar correctamente, se han tenido que llenar las oquedades
que presentaba.
Su hipotética situación original sería en el vano norte del vestíbulo de Santa
María del Naranco. Sus dimensiones son 2,67m de alto, con un espesor de 0,56m. Está
flanqueando por dos contrafuertes, cuyas caras internas tienen continuidad con
el parámetro, de manera que actúan como jambas. Su superficie en la cara
lateral se compone de una mampostería fina y regular. Aún así, se pueden
apreciar unas huellas de incisiones verticales discontinuas, alternadas con
restos finos de mortero. Las jambas irían adheridas a esa cara lateral, sobre
la fina mampostería y soportarían el arco. Ahora, el arco se apoya sobre dos
impostas de forma irregular hechas con piezas reaprovechadas. Bajo ellas, hay
incrustadas en el paramento unas piezas que hacen la función de capitel, cortadas
a partir de un fuste de sogueado helicoidal del propio edificio del Naranco.
Los elementos decorativos de las jambas coinciden con la del vestíbulo del
Naranco, como el sogueado trenzado en espiga y la banda perimetral con rosetas.
Además, las decoraciones de la sala están hechas en arenisca, igual que las
jambas.
En Santa María del Naranco, las escenas de las jambas representarían el
encuentro entre el pueblo y el gobernante. Recibe un tratamiento hierático, incidiendo
en la carga simbólica, con “una actitud de dignidad imperial, distante y
atemporal” (ARIAS, L., "Procedencia original de las jambas de San Miguel de Liño.
Reutilización de decoración escultórica de Santa María de Naranco", pág. 22). Los personajes no muestran rasgos fisionómicos concretos y originariamente
estaba policromada. De los dos personajes que acompañan al emperador, uno simbolizaría el poder terrenal, representado
como un dignatario regio y el otro el poder religioso, siendo un alto cargo
eclesial. El gobernante vestía de purpura (color de la realeza) e iba cubierto
por el paludamentum, sujetado en el
hombro derecho con un broche de materiales preciosos. El circo, del recuadro
central, representa “el encuentro entre el poder (rex-emperador) y el pueblo.” (ARIAS, L., "Procedencia original de las jambas de San Miguel de Liño.
Reutilización de decoración escultórica de Santa María de Naranco", pág. 22).
Los motivos que los llevarían a expoliar las jambas de Santa Maria del
Naranco son desconocidos aún. Una hipótesis es que la construcción de San
Miguel de Lillo debía ser prioritaria y que el taller (o los talleres) que
proporcionaban el material escultórico al templo cesaron su actividad, quizás
debido a una quiebra, en el momento que colocar las jambas.
Volviendo al edificio de San Miguel de Lillo, las dovelas del arco toral que comunican la tribuna con la nave central, están decoradas con un motivo de líneas horizontales y relieves en vertical. Dicho arco reposa sobre capiteles en forma de paralelepípedo; decorados con figuras geométricas enmarcadas por un doble ribete de cuerda, que recorre los bordes del capitel. El centro del capitel encontramos un rebaje rectangular, cuya función se desconoce. El fuste semicircular es recorrido por líneas de relieves estriados, acabadas con forma semicircular; con efecto acanalado.
Arco de las paredes norte y sur de la tribuna |
Capitel de la columna |
Las monolíticas basas están talladas en piedra arenisca y con forma prismática, con las esquinas redondeadas. En ellas se simula una sucesión de arcos, con una figura humana inscrita en cada uno.
Basa de columna |
Los arcos están formados por el ribete de cuerda y sus columnas contorneadas por el mismo motivo sogueado. Además la parte superior de las basas se ha formado completamente con dicho motivo. La basa y el fuste se unen mediante el relieve de una cuerda. Tres ribetes conforman la parte superior de las arcadas; entre arco y arco, varias sogas más se juntan atravesando perpendicularmente las cuerdas que forman los arcos, para finalmente, quedar rematadas por un rostro humano sobre los capiteles.
Cada cara de la basa esta formada por tres arcos. En su interior aparecen los evangelistas, escribiendo o
en posición de lectura. En el arco central hay un ángel. Dentro de los arcos encontramos la representación del tetramorfo, la cual ya aparece en el terreno de la orfebrería, con el relicario francés de Engern
(s.VIII) y la arqueta relicario de la catedral de Astorga, ofrecida por Alfonso
III.
Celosía de la fachada |
De las celosías originales actualmente se conservan tres, más el rosetón calado de la fachada. De este mismo, no se conservan precedentes en España. Se cree que antes estaba ubicado en otro lugar de la misma iglesia. En la parte superior vemos una ventana circular con motivos concéntricos, donde también aparece el motivo de la doble cuerda para representar a los círculos. Está ubicada en el aposento superior del primer tramo.
Ventana del muro sur |
Las otras ventanas siguen
un peculiar esquema: se dividen en dos partes: la inferior con arcadas y la
superior con decoraciones caladas, a veces con el mismo motivo que el rosetón.
Como ejemplo podemos describir la ventana monolítica del muro sud. Un motivo de
doble soga envuelve toda la ventana y separa ambas partes. La superior se
configura como un tímpano relleno de círculos torneados y entrecruzados,
finamente esculpidos. La inferior muestra una doble arcada de doble cuerda
apoyada en columnas de capitel corintio y fuste sogueado.
En el exterior, los contrafuertes también están decorados. Presentan un fuste estriado de estilo ramirense con pequeño capitel de forma de media pirámide y con una decoración.
En el exterior, los contrafuertes también están decorados. Presentan un fuste estriado de estilo ramirense con pequeño capitel de forma de media pirámide y con una decoración.
En el Museo Arqueológico de Asturias se encuentran varias piezas que se
supone que pertenecían a San Miguel de Lillo. Algunas son basas como las
descritas anteriormente. Otras, son un ara y tres juegos de cancel, con tablero,
barrotera y lecho. El tablero se encajaba sobre la barrotera y está se colocaba
en el lecho. Se supone que eran utilizados como una barrera litúrgica, para
separar el espacio de los fieles del presbiterio, espacio del clero.
El ara es de mármol gris, monolítica, decorada con dos astrágalos que
recorren perimetralmente las cuatro caras laterales. En una de ellas posé el
desagüe para verter el agua.
En cuanto al cancel, un tablero, en una cara posé un grifo alado con
alguna hoja sobre su cuerpo. El motivo se encuentra entre dos franjas con
roleos, tallados a bisel. En su otra cara, lleva un estilizado árbol
palmiforme, con formas de tallos de hojas serpenteantes y dos folículos con
forma de corazón. Otro tablero también lleva el mismo motivo del árbol, pero en
ambas caras. Existen analogías entre estos árboles y relieves bizantinos en la
Grecia de aquél momento. Sin embargo, un motivo muy parecido también lo
encontramos en el relicario que donaron a la catedral de Astorga Alfonso III y
su esposa Gimena. En las cuatro caras de la pieza, se hallan tallados bajo
arquerías unos árboles muy similares. Un tercer tablero muestra, en calado, dos
arcos peraltados apoyados en un capitel troncopiramidal central. Dentro de cada
arco se sitúa una cruz. En la parte superior hay una franja decorada con un
motivo de incisión en espiga.
La barrotera aparece decorada en la parte superior con figuras humanas
sosteniendo un cayado entre sus manos. En cambio, en la parte inferior también
hay figuras humanas pero sin ningún objeto. Esas piezas están hechas en mármol
gris, al contrario que el lecho el cual está tallado con piedra arenisca. En la parte
superior tiene una acanaladura para encajar las otras piezas. Su decoración se
basa en un bajorrelieve que representa un caballero montado en un caballo,
llevando casco y lanza.
En 1991 se hizo una excavación para la ejecución de la primera fase del
proyecto de restauración. Durante dicha excavación, se encontraron fragmentos
pertenecientes a elementos decorativos que habían sido reutilizados como
relleno en bóvedas y otras partes del templo.
Se encontraron dos fragmentos de cancel en el relleno del faldón Norte de la bóveda del ábside. Miden unos 2cm de grosor, más o menos y decorados con un motivo análogo a los del reverso del tablero de cancel procedente de la misma iglesia. Parece que representaban un árbol, pues se ve una doble raíz del tallo y dos volutas de las cuales brotan unas ramificaciones hacia arriba. Otro fragmento de cancel se encontró en la cobertera de una tumba. Esté se decoró con un doble vástago vegetal oblicuo, con ramificaciones a cada lado. El motivo es igual al de la barrotera de San Miguel de Lillo, conservada en el M.A.P.
Se encontraron dos fragmentos de cancel en el relleno del faldón Norte de la bóveda del ábside. Miden unos 2cm de grosor, más o menos y decorados con un motivo análogo a los del reverso del tablero de cancel procedente de la misma iglesia. Parece que representaban un árbol, pues se ve una doble raíz del tallo y dos volutas de las cuales brotan unas ramificaciones hacia arriba. Otro fragmento de cancel se encontró en la cobertera de una tumba. Esté se decoró con un doble vástago vegetal oblicuo, con ramificaciones a cada lado. El motivo es igual al de la barrotera de San Miguel de Lillo, conservada en el M.A.P.
También se encontraron cinco fragmentos de piedra silícea, con grosores
entre 3cm y 6,5cm. Tienen la misma
contextura en que se tallaron los canceles. Dos de esos fragmentos tienen el
borde tallado de forma semicircular, sin pulir la labra. Esos fragmentos, junto
con otros dos de mayor tamaño recogidos en 1990, demuestran que la escultura
decorativa se tallaba in situ.
En las paredes del templo
se conservan restos de pintura mural. En ellas, un elemento importante es la
representación humana, pues por primera vez en el arte asturiano se representa la
figura humana en los frescos. Solo se conservan tres
restos, muy deteriorados y todos en la nave sur. Uno de ellos representa una figura frontal sentada sobre un trono con respaldo alto, rematado con un círculo. Su cabeza es
ovalada, con el rostro rojo y ojos almendrados. La boca es una leve línea negra.
A su derecha hay otro personaje, de perfil y de menor tamaño. Sus manos se
extienden hacía la izquierda y a penas se le reconoce la cabeza. Bajo los pies (también
de perfil), se sitúan unos detallistas arbustos, compuestos por diversas ramas
rematadas con hojas. La composición está cerrada por un franja de cuadrados con
rosetas en el interior. Se supone que la franja cerraría toda la composición,
formando un cuadrado.
En la pared oriental de la misma nave sur, a una distancia de 6 metros del suelo, hay otra figura la cual se representa con un instrumento musical y el rostro ovalado con una fina cinta en su frente. Los ojos se han conseguido con un circulo negro y un punto formando la pupila. No sé sabe si el instrumento es un cordófono o un laúd de mástil largo. En esas figuras se deja ver la influencia de modelos de tradición visigoda del s.VII en relieves y manuscritos iluminados.
Las pinturas ornamentales parece ser que las trabajó el mismo taller que trabajó en Santullano, aunque la técnica no sea la misma. En el templo que nos ocupa, se realizó el boceto gráfico se ha hecho con un tramando de líneas negras, facilitando la composición geométrica.
Las pinturas de la bóveda central, por su buen estado de conservación, permiten ver el parecido con las pinturas del ábside de Santullano. La composición se basa en círculos y cuadrifolios dispuestos asimétricamente. Los cuadrifolios están formados por cuatro círculos tangentes, con un cuadrado dentro. A la vez, en el cuadrado se inscribe un rosetón de ocho hojas policromadas, alternando el negro y el rojo.
Los restos de las bóvedas
laterales coinciden con la pintura de las bóvedas laterales de Santullano. La
composición está formada por cuadrados, en cuyo interior se inscriben rosetones
de ocho hojas y hexágonos, con un círculo en su centro del cual salen dos
filas de motivos florales.
5.2 Apéndice fotografico
Archivo con las fotografias.*
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Bibliografía
- ARIAS, L., Prerrómanico asturiano: el arte de la Monarquía Asturiana. Ed. Trea, Gijón, 1993. p. 172-192.
- ARIAS, L., "Procedencia original de las jambas de San Miguel de Liño. Reutilización de decoración escultórica de Santa María de Naranco", Territorio, sociedad y poder, núm. 5, 2010. p. 7-22.
- GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C., Excavaciones arqueologicas en San Miguel de Lillo (Oviedo). Campaña de 1991, Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, Asturias, 1995. p. 132-133. [En linea: http://ria.asturias.es/RIA/retrieve/3226/Excavaciones]
- MORALES Y MARTÓN, J. L., (dirección); Historia de la arquitectura española. Tomo I: arquitectura prerromana y romana, prerrómanica y románica. Ed. Exclusiva de ediciones, Zaragoza, 1985. p. 145-150.
- PIJOÁN, J., Arte bárbaro y prerrománico desde el siglo IV hasta el año 1000. Colección Summa Artis, historia general del arte, vol. III. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1966. p. 448- 449.
- SCHLUNK, H., "Arte Asturiano", Ars Hispaniae. Historia universal del arte hispánico, p. 327-416. Ed Plus-Ultra, Barcelona, 1947. p. 365-369.
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