miércoles, 13 de marzo de 2013

3. Contexto histórico: El arte prerrománico asturiano

Alfonso II “el Casto” reinó a lo largo de 51 años en el reino de Asturias, y fue sucedido en el trono tras su muerte en el año 842 por Ramiro I. En el momento en que murió, Ramiro I se encontraba fuera de Asturias, por lo que el cuñado del rey, Nepociano, aprovechó la ocasión para autoproclamarse rey junto con el apoyo de los astures y vascones. Ante esta situación Ramiro I buscó apoyo en Galicia, donde consiguió reunir un ejercito con el que avanzó hacia Oviedo y derrotó a Nepociano, ya que sus tropas se negaron a luchar.

Debemos considerar de forma separada los acontecimientos sucedidos durante el mandato del rey Ramiro I, entre los años 842 y 850, distinguiendo entre los internos y los externos:

Conflictos internos: Existían diversos nobles que estaban descontentos con el nuevo rey, dado que había arrebatado el trono a Nepociano, por lo que intentaron llevar a cabo nuevas insurrecciones en contra de él. Entre ellas destacan las de los condes Aldroito y Piniolo, ejecutados tras ser aplacadas sus respectivas revueltas. En el ámbito social, el rey se caracterizó además por incentivar la persecución de los bandoleros y de las prácticas paganas que estaban arraigadas entre las clases sociales bajas del reino astur, como la hechicería o la magia. Por ambos motivos, le fue otorgado el sobrenombre de virga iustitiae (vara de la justicia).

Conflictos externos: Poco después de su coronación, en el año 843, el nuevo rey se enfrenta a la amenaza de las invasiones de piratas normandos, que atacaban toda la costa cantábrica y amenazaban con sitiar las ciudades de Gijón y La Coruña. Ambos ataques fueron repelidos y los normandos fueron expulsados del reino, siendo forzados a redirigirse hacia Lisboa, desde donde avanzaron hacia Cádiz y Sevilla, ciudades que tomaron y saquearon antes de proseguir hacia Córdoba, donde pusieron en un grave aprieto al emir Abd-al-Rahman II, quien tuvo que detener su avance y reconquistar las zonas mencionadas anteriormente. Además, los conflictos internos de la zona del Califato de Córdoba, se tradujeron en un periodo de paz para el reino de Asturias, que fueron aprovechados para llevar a cabo la repoblación del reino de León. Sin embargo, en el año 846 las rebeliones del Califato fueron apaciguadas y Abd-al-Rahman II envió un ejercito hacia la ciudad de León que destruyó y quemó todo a su paso, forzando de nuevo a la ciudad al éxodo.

 Mapa de la Peninsula Ibérica en el S. IX

El arte ramirense: Los programas relacionados con el arte llevados a cabo por el Alfonso II fueron de una gran importancia para el arte ramirense, ya que establecieron las bases sobre las que éste se erguiría y supondrán además sus influencias directas. Ramiro I será el encargado de impulsar un programa arquitectónico mediante el que construye una residencia real suburbana en el monte Naranco situado en Oviedo, que supone una continuación del programa anterior que llevó a cabo su predecesor, y que Ramiro I intentó perfeccionar y embellecer aspirando a una cierta continuidad y superación de éste. Ejemplos de este tipo de arquitectura son el palacio de Santa Maria del Naranco o la iglesia en la que nos centraremos, San Miguel de Lillo. Los primeros testimonios que hablan sobre éstas iglesias se encuentran redactados en las conocidas como crónicas, unas obras literarias que recopilan hechos históricos de una forma cronológica. En ellas se adjudica el patrocinio de dichas obras a Ramiro I. Ejemplos de éstas crónicas son la Crónica Albeldense o la Crónica de Alfonso III conocida por el nombre de “A Sebastián”.

El mandato de Ramiro I, supone lo que se conoce como la sistematización del arte, que implica la renovación de determinados elementos, como la suplantación de las cubiertas y techumbres de madera de los edificios por bóvedas de cañón o el gran cambio en las representaciones escultóricas, que incluye una nueva decoración iconográfica, y el paso al material pétreo de otros campos del arte: tejidos, orfebrería y pintura. Este último punto tan solo es explicable mediante la aparición de un artista formado, el cual tenia conocimiento de soluciones innovadoras que eran producto de sus viajes por Occidente y Oriente.

Bibliografía: 
  • SCHLUNK, H., "Arte Asturiano", Ars Hispaniae. Historia universal del arte hispánico, Editorial Plus-Ultra, Barcelona, 1947. p. 327-416.

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